Por vez primera, por las propias circunstancias, el Homenaje a nuestros Reyes de Aragón de la Asociación Obreros de San Pedro el Viejo se ha visto concitado, por justicia, a elegir entre uno de los monarcas hermanos que reposan en el Panteón Real, la Capilla de San Bartolomé. Amantes como son los asociados del rigor histórico, valoran la trascendencia del Batallador y del Monje, pero el rey Alfonso I exigía un desagravio tras la «humillante e inexplicable exhumación en fechas recientes» para un programa televisivo, esto es, por definición, de entretenimiento como recientemente reflejaba en la presentación del libro sobre el monasterio la directora de la prolija investigación concluida hace once años tras cuatro de rigor científico.

Reconfortaba esta tarde, en medio del aguacero, constatar la presencia de autoridades con criterio, de las que no han de rendir cuentas con la conveniencia de lo políticamente correcto, que es tanto como rendirse al empuje de la presión hacia la incoherencia. Cuando en una cita tan solemne concurre inoportuna la tormenta, obedece a esa especie de providencia que convierte la necesidad en virtud. Si los claustros eran climáticamente un hervidero, la traslación al interior del templo ha sido un alivio para los sofocados asistentes que han llenado la bancada con esa climatización natural de la piedra. En el prodigioso altar, Antonia Buisán apelaba a una conversación reciente para explicitar que, efectivamente, los Obreros de San Pedro el Viejo son «custodios de los reyes de Aragón». Tan alto y tan claro como la interpretación de la Coral Diego Pontac.

Las iglesias no son justicieras, pero constituyen el mejor púlpito para predicar la verdad y la justicia. Eduardo Cuello, el presidente de la asociación, ha recordado el motivo del encuentro: rendir homenaje a la Dinastía Pirenaica de nuestros Reyes propios de Aragón: los aquí inhumados Alfonso I y Ramiro II junto al infante don Fernando, «muestra de este gran legado histórico».

Fuera de la fecha tradicional que coincidía siempre con el aniversario de la Batalla de Alcoraz, los Obreros de San Pedro han decidido transportar la celebración a finales de mayo, en este caso primeros de junio para contribuir sin despistes a la gran solemnidad del Día de las Fuerzas Armadas en Huesca. El representante de la asociación ha enlazado el inicio de su alocución con el relato del tronco común de la casa de Pamplona del que emanaron nuestros monarcas, con el consecuente arraigo en los principios cristianos que cimentaron la nueva Europa y el mundo occidental.

Previa a la majestuosa figura de Fernando II, la de Alfonso I, el rey batallador, merecía el centro de atención. Un personaje formidable, partícipe en su juventud en la cruzada de Barbastro junto a Sancho Ramírez (su padre) y en la batalla de Alcoraz con su hermano Pedro I para la conquista de Huesca. Heredero de los territorios de Aragón y Pamplona, abre una época de gran expansión territorial y de alianzas frente al Islam. Se erige en Emperador de Toda España tras su matrimonio con la leonesa Urraca, hija de Alfonso VI, gobierno que ejerce desde Ribagorza hasta Galicia y Portugal por el oeste y Toledo por el sur. Su arrojo en combate es equiparable con su gestión de los asuntos del reino y del dominio territorial y económico a través del Camino de Santiago. En 1118, hace efectiva la conquista de Zaragoza con su fiel Gastón de Bearn al frente. Muere en Poleñino con 61 años por las heridas en la batalla de Fraga frente a los almorávides. Lega su reino a las Órdenes del Templo del Sepulcro y del Hospital. Sus reliquias, como las de su hermano y sucesor Ramiro II, son guardadas con veneración por su importante patrimonio único.

EL DESAGRAVIO

«Obreros de San Pedro», ha proseguido Eduardo Cuello, analizó el 16 de marzo «las circunstancias planteadas para la exhumación de los restos de nuestros reyes para un documental televisivo y adoptó el correspondiente acuerdo para manifestar ante las instancias oficiales la no necesidad de estas exhumaciones en base a los antecedentes existentes, con el importante estudio científico ya desarrollado durante casi cuatro años de investigación, por encargo del Gobierno de Aragón y realizado por la Cátedra de Medicina Forense de la Universidad de Zaragoza, junto a otros colaboradores internacionales de singular prestigio. Este estudio no publicado constituye un documento único de especial valor científico y significado, de contenido amplio y multidisciplinar que permite la continuidad de las investigaciones, a partir de los análisis y muestras recogidas en su día como fondo científico, para poder continuar la investigación en el futuro y desde cualquier localización, evitando tener que volver a remover de sus sepulturas las reliquias de nuestros reyes«.

Por si había alguna duda, el presidente de San Obreros de San Pedro ha sido incluso más explícito. «La figura grandiosa de nuestro Rey Alfonso I nos mueve hoy, después de su humillante e inexplicable exhumación en fechas recientes, a valorar así en este acto y de forma especial su legado y significado para nuestra realidad presente como españoles de ciudadanía aragonesa y superar así los sentimientos de pesadumbre y tristeza que esas acciones recientes nos han producido y que muchas personas nos han hecho llegar con su testimonio. Constituya este acto de homenaje un desagravio a su especial personalidad y la gran talla histórica del insigne rey Alfonso I de Aragón y Pamplona».

Tras la renovación del compromiso de Obreros de San Pedro el Viejo en la difusión cultural de este patrimonio, una reflexión del presidente de la asociación. «Son tiempos complejos los que hoy nos toca vivir, donde se van imponiendo de forma alarmante unos conocimientos de muy bajo perfil intelectual, lo que nos exige el fortalecimiento de nuestra sociedad civil para poder hacer frente a tanta agresión cultural. Desde aquí animo a todos los ciudadanos a continuar profundizando en el conocimiento, con una intelectualidad elevada desde la independencia ética, fundamental para la supervivencia de nuestra idiosincrasia cultural occidental, frente a las habituales agresiones de cada día».

LA CEREMONIA

Trasladados todos los concurrentes a la Capilla de San Bartolomé-Panteón Real, la emoción se ha adueñado de los presentes con el responso pronunciado por el párroco de San Pedro, Ángel Lasierra, y la ofrenda de sendas coronas de laurel ante los sarcófagos de Alfonso el Batallador y Ramiro el Monje. Un nudo en la garganta ha acompañado la virtuosa interpretación de Aqueras Montañas de la Coral de Diego Pontac. Si Biella Nuei y José Antonio Labordeta hubieran presenciado el desalojo y amontonamiento final de los huesos del rey batallador… Imaginen. Eso sí que serían truenos y relámpagos, lo de esta tarde una broma. Alfonso I, Ramiro II, larga gloria y respeto.

Eduardo Cuello, en su alocución.
La Coral Diego Pontac interpreta Aqueras Montañas