La ley de Murphy no es infalible, pero hay días en que es una trituradora de expectativas. Requerido para tramitaciones tecnológicas y administrativas, me he levantado pronto después de una noche de continuos despertares. Cada hora, una pausa. Incluso con mayor frecuencia en algunos casos. Ya se sabe por el fatalismo de la citada norma que la tostada cae al suelo con la mantequilla hacia abajo, para hacer el máximo estropicio. Que no quepa la menor duda de que, pudiendo todo salir mal, en realidad el resultado es peor, pésimo. Me gusta mucho una máxima que leí en Murphy aplicado a la informática, la primera de todas que reza que la posibilidad de que un documento se estropee es directamente proporcional a su importancia. Si no es relevante, tranquilo, no habrá colapso en el ordenador. Si lo es, al hoyo.
Después de las pertinentes faenas de aseo, me he puesto a desayunar recién pasadas las ocho. Las primeras imágenes, los incendios en Zamora, en Navarra y el Teruel. Para levantar el ánimo. A continuación, las inundaciones en el lejano oriente. Poco después, un triple tornado que ha confluido para acongojar al personal de Estados Unidos. Quizás para edulcorar, una nube con forma de águila a la que han bautizado en China como el Ave Fénix. En la secuencia, asesinatos de violencia de género, que si el aristócrata que se ha suicidado tras matar a su chica y una amiga, que si otro en la Castilla más profunda. Todo podía empeorar, es la mantequilla o el documento importante. En el fondo, como escribió Baudelaire, la fatalidad posee una cierta elasticidad que se suele llamar libertad humana… aunque apenas se perciba. Ahí estaba Zelenski y ahí Putin, ahí Jerson y allá el Donbass, por todos los lados un paisaje lunar a golpe de bombas. Eran ya las 8:25 y tan sólo habían rodado desastres, como si el mundo sólo tuviera la cara hostil de la humanidad y de la naturaleza. Es verdad que en la selección del argumentario de los partes hay actitudes diferentes, la positiva que selecciona contenidos edificantes y la negativa que entiende que el morbo o la hipérbole otorga audiencias más gruesas.
Y, sin embargo, no quedamos exentos de las posibilidades que la actitud nos concede para escoger los ojos con los que miramos al mundo. Hoy, mi perspectiva estaba gafada, la mantequilla boca abajo y el ordenador enlentecido. Era el día oportuno para, 27 meses largos después, el puñetero bicho hiciera su aparición estelar en el test. Dios me proteja para replicar con el desahucio del virus. Mientras, buscaré noticias de vino y rosas esta tarde. Por cierto, amenazo, en el confinamiento de la habitación, con ser más productivo.
Cuídate Javier. Veintisiete meses después todo esto cursa algo mejor.
Tampoco estamos en los funestos meses desde fin de noviembre hasta mediados de febrero donde la velocidad de propagación era endiablada. El bicho sigue allí, pero tú, Javier, también eres más fuerte. No falló en sus previsiones la canciller Merkel cuando en los primeros compases de la pandemia, afirmó que nos contagiaríamos un 70% de la población mundial. En este país, por entonces, se hablaba de dos o tres casos aislados a lo sumo a pesar de que algunos periodistas recibían presiones para que no alarmaran a la población. Nada nuevo bajo el sol. Mucha salud y ánimo. En pocos días serás el enorme y bonachón «negativo» que te mereces
Ánimo Javier. Esto sucede en todas partes. Ahora los dos únicos miembros de amplia familia que no les había atacado el bicho;. Les ha cogido este fin de semana que se marcharon a la playa.
Nuevamente los abuelos de guardia y al quite con los nietos.
Un abrazo.
Ya sabes que los abuelos sois la resistencia nacional. Un abrazo
Muchas gracias, Ángel. Yo creo que, de una manera u otra, caemos todos. Un abrazo
Mucho ánimo y cuidate Javier.
Muchas gracias, en ello estoy. Un abrazo
Miedo me das cuando amenazas con mejorar tu productividad….
Deseo que los síntomas sean leves y pasen rápidos.
Fortísimo abrazo Javier.
Pues tienes razón, Elena, hoy de hecho me voy a ir a dos artículos, jajaja. Un abrazo
Pues a cuidarse mucho, Javier. Tarde o temprano vamos a caer todos. Un abrazo
Muchas gracias, Tere, de momento va con síntomas llevaderos, pero no hay que confiarse.
¡Con sorpresa y pesar hemos leído que nuestro demiurgo de cabecera, Javier García Antón, ha sido infectado por el bichito que ha tenido paralizado a todo el mundo desde la primavera de 2020 hasta que el inmenso esfuerzo investigador de Estados y laboratorios hizo que aparecieran las salvíficas vacunas! ¡Pero en seguida esa preocupación inicial se ha desvanecido al comprobar su radiante y fecunda producción intelectual! ¡Con enorme satisfacción y felicidad comprobamos que la covid no ha mermado ni un ápice la capacidad de trabajo y de análisis de nuestro titán! ¡Muy al contrario, cabría decir que aún le ha espoleado más en su omnisciente voluntad de abordar los grandes temas informativos con un derroche de energía e ingenio apabullante! ¡No hay quien pare a este atlante para quien incluso el covid es ocasión de una regeneración que, cual Ave Fénix, le permite renacer con toda su gloria! ¡Un servidor ha transitado recientemente por esta infección, y aun habiéndose tratado de poco más que un leve catarro, ha de confesar que una especie de cansancio general ha menguado su capacidad de trabajo y su interés por sus asuntos! ¡Nos alegramos muchísimo, Javier, de que también en esto de la resistencia física seas un hombre providencial!
Querido Jesús, muchas gracias por tus buenos deseos. Efectivamente, estoy bastante bien, muy activo dentro de un cuarto de dimensiones reducidas. Disfrutando de lo bonito que es mi trabajo, formándome para mi definitiva reconversión digital que no será sino la ratificación de mis convicciones periodísticas. Siempre dije que nosotros no somos comercializadores de papel, sino de información y comunicación, y que nuestra materia prima real es el lenguaje. Espero que esta ejecutoria covidiana siga rápida y con el final feliz que no quiero dudar. Un abrazo
Me pareció magnífico tu artículo. Lo releo ahora. Muy bien enlazada la circunstancia personal con la cotidianidad de las noticias.
Muchas gracias, Pablo. Intento hilar y estirar las vidas externas hacia mí y viceversa. Me ayuda a entender el mundo. Un abrazo